Chapman confió estas monturas a Jochen Rindt y John Miles a principios de la temporada de 1970. Rindt, que se posicionaba como claro aspirante a su primer título mundial tras el excelente nivel exhibido el año anterior, sin embargo, prefirió comenzar la temporada con el más probado y fiable Lotus 49C con el que, tras abandonar en Sudáfrica -escenario de la prueba inaugural de la campaña-, se impuso en Mónaco en un triunfo sobre la bocina al provocar el error de Jack Brabham en la última curva de la última vuelta.
Rindt debutaría con el nuevo modelo en Zandvoort, obteniendo un soberbio triunfo por delante de Jackie Stewart, a quien aventajó en más de treinta segundos cuando cayó la bandera a cuadros. No sería el último.
Rindt encadenó otras tres victorias en los Grandes Premios de Francia, Gran Bretaña y Alemania que le situaban con una ventaja de veinte puntos con respecto al australiano Brabham. Un abandono en el Gran Premio de Austria empañó la racha de Rindt y Lotus antes de llegar al Gran Premio de Italia en Monza. En suelo italiano, Ferrari se mostraba fortísima toda vez que los Ferrari 312B, ya sin los problemas de juventud de las primeras carreras, en manos de Jacky Ickx y Clay Regazzoni.
Ello llevó a Lotus a quitar los alerones traseros para competir con Ferrari en velocidad punta pese a que tanto Rindt como Miles se mostrasen contrarios a esta decisión. En los entrenamientos, un problema mecánico, acuciado por la dificultad de conducir un coche nervioso con muy poca carga aerodinámica, llevó a Rindt contra el guardarraíl en la frenada de la Parabolica.
El impacto, gravísimo, supuso una condena a muerte para Rindt que falleció camino del hospital en la ambulancia que lo trasladaba. Con todo, aún se proclamó campeón a título póstumo de esa temporada. Hasta ahora el primero y, por fortuna último, campeón de F1 a título póstumo.
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